La fotografía de montaña como escenario energético y emocional
La montaña no es solo un lugar al que se sube: es un universo que se descubre. Para quienes amamos la fotografía, cada cima, cada sendero y cada amanecer entre picos representa mucho más que un encuadre bonito. Es una oportunidad de conexión. Con uno mismo, con la naturaleza, y con esa necesidad tan humana de capturar momentos que no caben en palabras.
Esta expedición al Mulhacén (3.478m.), la cumbre más alta de la Península Ibérica, fue mucho más que una salida al monte. Fue una vivencia intensa que transformó tanto mi cámara como mi espíritu y fortaleza. En cada paso, cada clic del obturador, hubo emoción, improvisación y aprendizaje. Y por supuesto, muchas risas y grandes momentos gracias al gran grupo de viaje que formamos los amigos de siempre.

Preparativos para fotografiar en alta montaña: lo que no puedes olvidar
Cuando hablamos de fotografía de montaña, la preparación va mucho más allá de revisar la batería de la cámara o elegir el mejor objetivo. En alta montaña, el entorno lo es todo, y condiciona tanto tu bienestar como tus fotos.
Aquí algunos elementos que considero imprescindibles antes de lanzarse a una aventura como esta:
Equipo fotográfico esencial
- Cámara ligera con buen rango dinámico. En mi caso, llevo una full-frame.
- Objetivo todoterreno, idealmente gran angular (16-35mm) para paisajes.
- Trípode ligero pero estable: fundamental para largas exposiciones y fotografía nocturna.
- Filtros ND y polarizador: la luz cambia rápido en montaña, y estos accesorios marcan la diferencia.
- Disparador remoto o temporizador, sobre todo para evitar vibraciones.
Ropa y calzado
- Ropa térmica por capas. El clima cambia radicalmente.
- Chaqueta impermeable ligera.
- Botas de montaña con buena sujeción.
- Gorro, guantes y gafas de sol.
Herramientas y apps útiles
- Komoot o Wikiloc para planificar rutas.
- Photopills para prever luz natural y condiciones astronómicas.
- Maps.me o mapas offline del parque.
Y lo más importante: saber leer el cielo. Tener un plan, pero estar dispuesta a cambiarlo.
En busca del Mulhacén: planificando la ruta perfecta
Para ascender al Mulhacén, existen distintas opciones, pero nosotros optamos por una ruta que nos permitiera disfrutar del paisaje y pasar por algunos puntos históricos y fotográficamente interesantes.
El punto de partida fue Trevélez (1.476m.), uno de los pueblos más bonitos de la Alpujarra granadina y el pueblo más alto en toda la península ibérica. Desde ahí iniciamos la subida. Nuestra idea era hacer una ruta de ida y vuelta en dos días, durmiendo el primer día en refugio.
Durante el trayecto, el tiempo nos iba dando señales. El cielo se cubría poco a poco y, aunque sabíamos que la previsión no era la mejor, decidimos continuar con cabeza y mucha observación. La montaña no da segundas oportunidades, así que planificar no es opcional.

El ascenso: una experiencia intensa con cada paso
Subir al Mulhacén fue un proceso más mental que físico. Por momentos, el paisaje era tan abrumador que se te olvidaba el cansancio. Pero también hubo momentos de duda. ¿Seguir? ¿Esperar? ¿Retirarse?
Aun así, la energía del grupo, el entorno y la emoción de estar allí hacían que todo mereciera la pena. Cada curva ofrecía un nuevo encuadre, cada roca parecía tallada para encajar en el plano perfecto.

Noche en el refugio: fotografía bajo un cielo estrellado como nunca he visto
Esta aventura me tenía ensimismada en todo el camino, ya que tanto paisaje, color y fauna me tenía boquiabierta, estaba en un estado de ánimo muy positivo y feliz lo que me ayudó mentalmente a llegar al refugio sin problemas ni incidentes de cansancio o agotamiento en el camino.
Cuando cayó el sol y la noche llegó, nos cubrió un manto de estrellas que no había visto en mi vida. Al no tener contaminación lumínica, las estrellas parecían que se trataba de un techo artificial de luces LED encendidas. Una auténtica pasada indescriptible.
Decidí sacar mi cámara de fotos y mi trípode y realizar un reportaje de fotografías nocturnas donde retratase la belleza del lugar, la iluminación del cielo tan potente y estridente y nuestra tranquilidad y felicidad en medio de la montaña sin preocupaciones de nada y aislados por completo del ruido y las luces de la civilización.


Alcanzando la cima del Mulhacén: un instante grabado en la memoria
Tras muchas horas de esfuerzo, con el cuerpo algo cansado pero la mente totalmente despierta por la emoción, finalmente alcanzamos la cima del Mulhacén. Fue un instante que se sintió como eterno, como si todo se detuviera para permitirnos absorberlo por completo.
El viento soplaba con fuerza, pero no lo suficiente como para empañar la emoción que sentíamos. Miramos alrededor y el paisaje era de una belleza tan brutal y silenciosa que nos dejó sin palabras. La cima nos recibió con una mezcla de respeto, humildad y euforia. Nos abrazamos entre risas, gritos de alegría y alguna lágrima tímida.
Fue uno de esos momentos que no se fotografían, se viven. Aun así, saqué mi cámara e hice algunas fotos que hoy guardo como un tesoro. No por la técnica ni la luz perfecta, sino por lo que representan: haber llegado, haber confiado, y haber vivido una aventura que recordaré siempre.

El descenso del Mulhacén: libertad, vértigo y diversión
La bajada fue una de las partes más memorables del viaje. En la bajada nos lo pasamos espectacular, aunque a veces a alguno de nosotros le daba un poco de vértigo por los acantilados tan altos, el camino fue súper divertido ya que la sensación de bajar rápido llevado por la inclinación de la montaña es una sensación tan libre que se me pareció mucho a poder volar.
La luz de la tarde nos regaló sombras largas y contrastes suaves, perfectos para retratar la majestuosidad del entorno. En lugar de ir corriendo, nos detuvimos varias veces para jugar con el contraluz, capturar las siluetas y disfrutar del momento.

Explorando más allá: desvío hacia el refugio Metralleta
En nuestra vuelta no hicimos el mismo recorrido que en la ida, casi nos marcamos una ruta circular porque queríamos buscar un refugio llamado »Metralleta» para verlo, ya que se trataba de un antiguo búnker de guerra en el que también se podía pernoctar y todos queríamos pasar a verlo. Así que nuestra ruta se alargó más de lo esperado, pero mereció mucho la pena.
A nivel fotográfico, el lugar era simplemente espectacular: piedra sobre piedra en medio de la nada, con una historia enterrada bajo siglos de silencio. La fotografía aquí se volvió casi documental. En silencio, buscando el encuadre justo para reflejar lo que ese sitio nos hizo sentir.

Trevélez de noche: el final perfecto para una jornada épica
Casi a las 11 de la noche llegamos al fin a Trevélez cargados de unas energías súper positivas, ánimos renovados y una sensación de un espíritu fuerte e inquebrantable que nos acompañaba desde que empezamos esta ruta.
Pisar asfalto después de tantos kilómetros de piedra tuvo algo mágico. Nos mirábamos sabiendo que lo que habíamos vivido era especial, y que esas fotos que llevábamos en la cámara eran solo una parte de la historia.
Consejos clave para hacer fotografía de montaña que conecte
Después de tantas rutas y sesiones, hay una serie de aprendizajes que siempre repito y recomiendo:
- Adáptate a la luz: en montaña cambia rápido. Aprovecha el amanecer y el atardecer, pero también los momentos de niebla o nubes.
- No lo planees todo: la mayoría de mis mejores fotos han sido improvisadas.
- Viaja ligera, pero con lo esencial: tu espalda lo agradecerá.
- Prioriza tu seguridad: ni la mejor foto vale una caída.
- Fotografía a tus compañeros: esos retratos cuentan tanto como los paisajes.

Reflexión final: dejarse llevar, vivir la montaña y capturarla
Viendo esta aventura y muchas otras en mi vida, siempre pienso que dejarse llevar y dejar a tus instintos guiar el carro es lo más sensato en muchas ocasiones, ya que te puedes ver metido en expediciones como esta que si nosotros nos lo llegamos a pensar mucho, no la hacemos nunca ya que tras la ruta entraron fuertes lluvias y tiempo invernal.
Así que es importante conocer tu rumbo y seguir el camino que te has marcado, pero de vez en cuando, debes dejarte salir a explorar y a ponerte un poquito a prueba porque estas situaciones, aunque sean duras mientras las realizamos, satisfacen a nuestro cuerpo, mente y un poquito al ego también.
Además, saqué unas fotografías espectaculares que en ningún otro lugar podría haber realizado, por lo que doblemente contenta que me encuentro de haberme aventurado con mis amigos a sacar mi espíritu salvaje por la montaña.

El blog de Kaupu
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Información de interés
Te adjunto enlaces con información sobre mis aventuras y contenido fotográfico que te puede venir genial para ayudarte en tu iniciación en el mundo de la fotografía: